martes, 20 de octubre de 2009

Curso del 63

Sé que esto no es nuevo, que es un programa que ya lleva tiempo "funcionando" y que habrá otra gente que habrá dicho algo sobre él. Pero en mi casa la tele la controlan mis padres (cuando se hartan de ver lo que sea que estén viendo) y hoy tocaba eso.

Lo que más me ha llamado la atención de esa aberración de concurso es lo feliz y contentos que se ponían los chavales por un simple refresco de cola. Ya solo les faltaba saltar y dar la patita para recibir el premio.

De cara y de espaldas pueden llegar a ser muy machitos, muy gallitos de peleas (o gallinas territoriales que ellas también se las traen), ahora bien cuando sabes que hay un premio de por medio (y que lo estás deseando recibir) bien que pones buena cara y buenas intenciones.

También me ha llamado mucho la atención la forma en la que los han obligado a vestir. No se distinguen mucho las modas de aquella época a las de ahora. Las chicas con unos minipantaloncitos para enseñar carne y los chicos con pantalón y camisa Tito-Robert. A la pobre a la que le tocó el pantalón largo qué mal lo pasó (y eso que se supone que es modelo, o eso dice su madre que es).

Ya lo de los bailecitos que no se pueden agarrar ni apretujar es fuerte, muy fuerte. Las lecciones de baile en las que "debe caber en medio un angelito" son ridículas. Como diría Sergio Dalma, bailar de lejos no es bailar. Si en medio de los dos debe caber un angelito y en ese "colegio" ha entrado el demonio en forma de tanga, quítadles a ese niño con alas y dejadlos acercarse, que ya los separareis cuando vuelvan a las clases.

Supongo que en aquella época las normas eran mucho más estrictas que en las que me ha tocado vivir, que todo era distinto, pero una cosa si tengo clara: en el año 63 al igual que no existían los móviles para llamar, tampoco existían las cámaras de vigilancia. Sin esos pequeños aparatitos seguro que las cosas serían muy distintas, sólo que no las veríamos. Seguro que en el año 63 también existían las trastadas, travesuras y rebeldías que quedaban impunes al no haber sido observadas por ningúna persona. Sin embargo en ese centro todo está vigilado y si tiras un chicle o lo pegas debajo del asiento, estate seguro que se lo habrán soplado por el pinganillo al profesor de turno y te lo hará recoger.

Valla encaprichamiento que tienen todos y vaya tontería más gorda de programa, a ver si lo quitan pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario